Entre los árboles
uno más meditando
uno con ellos
Ciprés, hermano
señalas el camino
con tu silencio
No juzga el árbol
tampoco teme el juicio
tan sólo es
El que medita sentado es como un árbol
que unido a la tierra por la raíz apunta al cielo con la cabeza.
Quieto y callado se convierte en un puente que une el Cielo y la
Tierra; de esta manera actúa sin acción y su labor callada, como la
del árbol, se extiende mucho más allá del lugar donde se
encuentra. Sentado sin pensamientos no juzga ni teme el juicio. Al no
juzgar, como el árbol, tampoco condena y por lo tanto perdona; al no
temer el juicio no se condena y por tanto es perdonado. De esta forma
realiza el ser que es fuera del tiempo, en la eternidad.